A veces, Kof imaginaba que Oli y Corri habían encontrado queso nuevo y los veía disfrutar de él. Pensaba en lo bien que le sentaría andar a la aventura por el laberinto y encontrar un nuevo queso. Casi podía saborearlo.
Cuando más clara era la imagen que Kof tenía de sí mismo encontrando y probando el nuevo queso, más ganas le entraban de marcharse de la Central Quesera Q.
-¡Vámonos! -exclamó de repente.
-No -replicó Kif rápidamente-. Estoy bien aquí, es un lugar cómodo y conocido. Además, salir ahí fuera es peligroso.
-No, no lo es -repuso Kof-. Hemos recorrido ya muchas zonas del laberinto, y podemos hacerlo otra vez.
-Soy demasiado viejo para eso -dijo Kif-. Y no tengo ningún interés en perderme ni engañarme a mí mismo. ¿Tú sí?
Estas palabras hicieron que Kof volviera a sentir miedo al fracaso, y sus esperanzas de encontrar queso nuevo se desvanecieron.
Así que las personitas siguieron haciendo todos los días lo mismo que habían hecho hasta entonces: ir a la Central Quesera Q, no encontrar queso y volver a casa, llevando consigo sus desasosiegos y frustraciones.
Intentaron negar lo que estaba ocurriendo, pero cada vez les costaba más conciliar el sueño, y por la mañana tenían menos energía y estaban más irritables.
Sus casas no eran los sitios acogedores que habían sido. Las personitas sufrían de insomnio, y cuando conseguían dormir tenían pesadillas en las que no encontraban el queso.
Pero Kif y Kof seguían volviendo todos los días a la Central Quesera Q y, una vez allí, se limitaban a esperar.
-Sin nos esforzáramos un poco -dijo Kif-, tal vez descubriríamos que en realidad las cosas no han cambiado tanto. Es probable que el queso esté cerca. Quizás está escondido detrás de la pared.
Al día siguiente, Kif y Kof volvieron con herramientas. Kif sujetó el cincel y Kof golpeó con el martillo hasta que hicieron un agujero en la pared de la Central Quesera Q. Miraron a través de él, pero no encontraron el queso.
Se sintieron decepcionados, pero creían que podían solucionar el problema. Por eso empezaban a trabajar más temprano, lo hacían con más ahínco y acababan más tarde, pero lo único que consiguieron fue tener un enorme agujero en la pared.
Kof empezó a comprenderla diferencia entre actividad y productividad.
-Tal vez -dijo Kif-, lo único que deberíamos hacer es quedarnos sentados y ver qué pasa. Tarde o temprano, tendrán que volver a poner queso.
Kof quería creer que Kif tenía razón, así que todas las noches se iba a descansar y a la mañana siguiente volvía con su amigo, de mala gana, a la Central Quesera Q. Pero el queso seguía sin aparecer.
Las personitas estaban cada vez más débiles debido al hambre y al estrés. Kof empezaba a cansarse de esperar que la situación mejorase. Comenzaba a comprender que cuando más tiempo estuvieran sin queso, peor se encontrarían.
Kof sabía que estaban perdiendo la agudeza.
Finalmente, un día Kof empezó a reírse de sí mismo.
«Mírate, Kof, mírate -se decía-. Cada día hago las mismas cosas, una y otra vez, y me pregunto por qué la situación no mejora. Si esto no fuera tan ridículo, sería incluso divertido. »
A Kof no le gustaba la idea de tener que correr de nuevo por el laberinto, porque sabía que se perdería y no tenía ninguna certeza de que fuera a encontrar más queso, pero, al ver lo estúpido que se estaban volviendo por culpa del miedo, tuvo que reírse de sí mismo.
-¿Dónde has puesto nuestros chándals y las zapatillas deportivas? -le preguntó a Kif.
Tardaron mucho tiempo en dar con ellos porque, cuando tiempo atrás habían encontrado queso en la Central Quesera Q, los habían guardado al fondo del todo pensado que ya no los necesitarían nunca más.
Cuando Kif vio a su amigo Poniéndose el chándal, le preguntó:
-No irás a salir al laberinto otra vez, ¿verdad? ¿Por qué no te quedas aquí conmigo, esperando que devuelvan el queso?
-Mira, Kif, no entiendes lo que pasa. Yo tampoco quería verlo, pero ahora me doy cuenta de que ya no nos devolverá aquel queso. Ese queso pertenece al pasado y ha llegado la hora de encontrar uno nuevo.
-Pero ¿y si no hay más? -repuso Kif-. Y aun en caso de que haya, ¿y si no lo encuentras?
-No lo sé respondió Kof.
Se había formulado miles de veces esas dos preguntas y empezó a sentir de nuevo el miedo que lo paralizaba.
Luego empezó a pensar en encontrar un queso nuevo y en todas las cosas buenas que eso significaría.
Entonces hizo acopio de fuerzas y dijo:
-A veces, las cosas cambian y nunca vuelven a ser como antes. Creo que estamos en una situación de este tipo, Kif. ¡Así es la vida! La vida se mueve y nosotros también debemos hacerlo.
(continúa 6ta parte)
El cuento (5 ta parte)
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Lo que vas a encontrar en el blog
- El león va a la guerra (2)
- Carta de un hijo al padre (1)
- Chistes (1)
- Cuentos para pensar (1)
- Dos clases de hombre (1)
- Lobo con piel de hombre (1)
- Mitos (1)
- Moralejas (1)
- Poldy Bird (1)
- Que es un niño? (1)
- Relatos (1)
- Sabias que...? (1)
- Ser hombre (1)
- Si quiers ser feliz (1)
- oracion de un padre (1)
- vive como perro (1)
QUIEN SE HA LLEVADO MI QUESO???
Citas...de Jorge Bucay
"Porque nadie puede saber por ti. Nadie puede crecer por ti. Nadie puede buscar por ti. Nadie puede hacer por ti lo que tú mismo debes hacer. La existencia no admite representantes.""No hay que morir por el otro, sino vivir para disfrutar juntos."
"El verdadero buscador crece y aprende, y descubre que siempre es el principal responsable de lo que sucede."
"No somos responsables de las emociones, pero sí de lo que hacemos con las emociones."
"Hacer el amor implica una conexión con el amor que no se da todo el tiempo, ni siquiera entre dos personas que se aman."
"Muchas personas se pierden las pequeñas alegrías mientras aguardan la gran felicidad."
0 comentarios :
Publicar un comentario